El poder de las ONG
Ya casi no hay debate parlamentario en el que estas organizaciones de la sociedad civil no tengan un lugar preponderante. Con staffs muy profesionalizados, años de trayectoria y presupuestos millonarios, se han convertido en actores de peso dentro de la escena política, con gran capacidad de lobby. Por qué algunos políticos las convocan y otros desconfían. El difícil equilibrio entre la neutralidad ideológica y las necesidades de financiamiento Por Gabriel Sued
Los bloques mayoritarios de la oposición tenían todo listo para votar en la Cámara de Diputados una reforma del Consejo de la Magistratura. Pero pasaban las semanas y el sector de centroizquierda liderado por Fernando "Pino" Solanas, que debía aportar los votos necesarios para la ley, demoraba su decisión. No quería avanzar sin antes conocer el pronunciamiento de un grupo de organizaciones no gubernamentales (ONG) que analizaba el dictamen elaborado por la mayoría.
El proceso, que terminó el 1º de julio pasado con el voto favorable de la Cámara baja, no sólo sirvió para dar media sanción a la reforma de un organismo clave del Poder Judicial. También sacó a la luz un fenómeno que, aunque tiene sus orígenes en los años de recuperación de la democracia, se hace cada día más visible: la creciente incidencia de las ONG en los debates políticos y en la elaboración de políticas públicas.
Las discusiones sobre la reforma del Consejo de la Magistratura, el derecho de acceso a la información pública, el reparto de la publicidad oficial, el matrimonio entre parejas del mismo sexo y la protección de los glaciares son casos testigo de un fenómeno que ya había tenido manifestaciones intensas el año pasado, durante el debate de la ley de medios audiovisuales, y a comienzos del gobierno de Néstor Kirchner, con el establecimiento de un nuevo procedimiento, propuesto por un grupo de ONG, para seleccionar a los miembros de la Corte Suprema.
Con el recambio legislativo que le dio al Congreso un renovado protagonismo, las ONG u OSC (organizaciones de la sociedad civil) parecen haber ganado más terreno que nunca. En la Cámara de Diputados y en el Senado, casi no hay debate de temas importantes en las que falte el punto de vista de estas organizaciones.
En especial, el de aquellas ONG que los teóricos definen como "organizaciones políticas de la sociedad civil", entidades que cuentan con muchos años de trayectoria, cuerpos profesionalizados, presupuestos millonarios (en gran parte formado por donaciones de entidades extranjeras) y un amplio abanico de intereses que las convierte en actores políticos estables y poderosos. Actúan en conjunto, están presentes durante el tratamiento de los proyectos en las comisiones, en audiencias organizadas especialmente para que expongan sus posiciones y, al mismo tiempo, recurren al típico recurso de lobby, en encuentros privados con legisladores a los que intentan convencer de promover sus agendas.
Pero ¿a qué se debe el avance de estas organizaciones? ¿Qué intereses representan? ¿Son realmente independientes? ¿De dónde obtienen los recursos para funcionar? ¿Pueden ocupar lugares antes reservados para los partidos políticos o para el Estado? Son algunas de las preguntas que dispara el fenómeno.
Las explicaciones que más consenso generan sobre el avance de las ONG desde el punto de vista académico tienen que ver con la democratización de los regímenes políticos, con las demandas insatisfechas producto de la desaparición del Estado de bienestar, con la necesidad de saberes especializados ante la diversificación de las funciones administrativas del Estado y con la creación, como consecuencia de la globalización, de nuevos espacios internacionales que potencian la capacidad de incidencia de estas organizaciones.
El diagnóstico que hacen del fenómeno distintos actores políticos y los responsables de las ONG es variado: unos lo atribuyen a la búsqueda de conocimiento técnico ausente desde hace años en los partidos políticos; otros lo ven como una saludable reactivación de la participación ciudadana canalizada por carriles no partidarios, y otros, sólo como una herramienta de apariencia neutral a la que acuden los políticos para intentar saldar disputas cerradas.
"Hay más incidencia de las ONG y eso responde tanto a una cuestión de oferta como de demanda. A partir del regreso de la democracia, el espacio de la sociedad civil, que estaba enfocado unívocamente en la cuestión de derechos humanos, empieza a incrementar la oferta de organizaciones que ven un marco de la agenda pública más amplio y que empiezan a aparecer como un medio para canalizar vocación pública que no se quiere canalizar a través de los partidos"
Fuente: http://www.lanacion.com.ar/nota.asp?nota_id=1303465